6.12.10

Cárnico

Hay carnes que sacian ojos y desahucian líbidos voraces,
carnes que se exponen y se decoran para ser apetitosas
y se esconden o se niegan al momento del banquete
cocciones, sazones, de carnes que huelen y que sabemos que saben
aunque no las hayamos probado aún, no lo suficiente al menos
y a veces incluso no lo nada.

Hay carnes que no sacian ojos,
se esconden antes de la dádiva de un piropo
carnes huidizas, timoratas,
que se descubren suculentas,
capaces de entregarse ante hambres atroces
dispuestas a ser saboreadas con presteza,
marinándose en sus propios jugos,
macerándose en deseos febriles.

Hay carnes que se saben peligrosas,
que se divierten ante la petulancia de un explorador,
carnes movedizas que envuelven,
tragan, ingestan, rejurgitan, compostan,
carnes que aparecen mansas y se vuelven mortales.

Hay carnes enjutas y magras,
temerosas por ser probadas
se esconden en los huesos, y en las médulas,
se retraen en sus "sí mismas",
carnes que no llenan ojos,
carnes felices de no ser deseadas.