No hay permisos para amanecer,
sólo llega el sol y se pone donde debe...
y calienta...
y quema...
y da luz...
y no deja dormir...
y maldita sea, yo quería dormir más...
y con el calor, y con la quemada y con el sol...
y luego hay nubes y se vuelven a ir.
No hay permisos para anochecer,
sólo se va el sol a ponerse a otro lugar...
y nos da frío...
y no vemos bien...
y dormimos...
y volvemos a esperar al sol...
y con mil demonios, yo quería seguir jugando...
y el maldito frío, y sin luz, y la luna que sirve para tres diablos y dos poemas...
y las nubes ni se notan, a menos que veas a la luna toda la noche por si acaso...
y sin pedir permiso nos vuelve a amanecer...