Despierta, bosteza mostrando todo su hocico, abre los ojos con cautela, dejando que sus pupilas se adapten a la luz, una rendija, un círculo completo, pequeños óvalos en medio de la blancura que los rodea. Pone sus patas hacia adelante y sacando las garras las clava en un punto exacto sólo para estirar todo su cuerpo hacia atrás, no se oye, pero de seguro los huesos de su columna se habrán reacomodado. Usa su nariz para examinar lo que hay alrededor, algo ha llamado su atención. Se acerca con cautela pero sin perder de vista el objetivo, saber. El olor no es agradable, pero proviene de algo que brilla y se enciende, sigue acercándose, hedor repulsivo y caliente para sus fosas nasales, hipnotizado continúa el avance. Y así, de pronto y aún midiéndo la cercanía, su nariz recibe un ardor, se aleja, se sacude, se talla la nariz, no fue accidente, no fue un error, ahora asocia el olor con el dolor. No volverá a tocar un cigarrillo.
Eres un cuentista puntilloso. Te damos la bienvenida a Blogger y toda la Internet. Publica con frecuencia y de seguro te irá bien.
ResponderEliminarNo somos Google pero nos alegramos porque leemos al que llega y se queda. Felictaciones por tu blog.
bueno... aki nadie fuma.. pero definitivamente es la historia de Mirrus... "el gato de la casa"
ResponderEliminarjajajaja